El uso prolongado del celular puede tener consecuencias negativas tanto en la salud física como en la mental, ya que interfiere con el sueño, la concentración y las relaciones interpersonales. Por ello, especialistas aconsejan reducir el tiempo frente a las pantallas y enfocarse en actividades que favorezcan el bienestar general.

 

Desde el primer momento del día, el teléfono ya forma parte de nuestra rutina: apenas suena la alarma, lo tomamos para revisar mensajes o redes sociales, y sin notarlo, ya hemos pasado más de 20 minutos frente a la pantalla. Durante el resto del día, el celular nos acompaña en cada momento: mientras comemos, trabajamos, compartimos con otras personas o incluso cuando intentamos descansar. Nos hemos habituado a estar conectados en todo momento, siempre a un toque de distancia de cualquier contenido. Pero, ¿cuál es el costo de esta hiperconectividad?

El uso excesivo del teléfono no solo limita el tiempo que podríamos dedicar a otras actividades beneficiosas como el ejercicio físico, la lectura o la convivencia presencial, sino que también compromete nuestra salud. Según MedlinePlus, una exposición prolongada a pantallas puede provocar insomnio, dificultad para concentrarse, ansiedad, fatiga ocular e incluso favorecer el aumento de peso debido a la falta de actividad física.

A pesar de conocer estos riesgos, alejarnos del celular resulta complicado. Las notificaciones constantes, las aplicaciones diseñadas para captar nuestra atención y la presión por estar siempre disponibles hacen que el dispositivo se convierta en una parte inseparable de nuestro día a día. Ante esta situación, surge una pregunta clave: ¿cuánto tiempo de uso es realmente saludable?

 

¿Cuántas horas al día es saludable usar el teléfono?

El uso de pantallas en niños y adultos es un tema de debate entre expertos de la salud. Según explicó Juan José Soza, psicólogo y docente de Continental Florida University a Bienestar, más que centrarnos en una cantidad exacta de horas, lo fundamental es evaluar el tipo de uso y su impacto en la vida diaria. No obstante, instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Academia Americana de Pediatría (AAP) recomiendan que los menores de 2 años eviten el uso de pantallas y que los niños entre 3 a 5 años no superen una hora al día, siempre con contenido educativo y supervisión parental.

 

Para niños y adolescentes de 6 a 18 años, el tiempo de uso recreativo del celular no debería exceder las 2 horas diarias, asegurando que no reemplace actividades esenciales como la interacción social, la actividad física y el descanso. En cuanto a los jóvenes de 18 a 25 años, el médico neurólogo y docente de la carrera de Medicina Humana de la Universidad San Ignacio de Loyola (USIL), Néstor Ríos Vigil, refirió que podrían usarlo hasta 4 horas, mientras que en adultos mayores de 25 años el límite saludable sería de 5 horas al día.

 

¿Cómo afecta el uso del teléfono a nuestra mente y emociones?

El uso prolongado del celular satisface diversas necesidades psicológicas, desde la conexión social y la validación hasta la estimulación cognitiva y la búsqueda de recompensas inmediatas. Como mencionó el psicólogo, reducir el tiempo de pantalla resulta difícil porque muchas plataformas están diseñadas para maximizar nuestra permanencia en ellas. Además, el celular se convierte en una vía de escape del estrés o el aburrimiento, lo que refuerza su uso compulsivo.

“El celular deja de ser una herramienta funcional cuando comienza a interferir con la vida diaria, generando estrés o agotamiento mental. Esto sucede cuando sentimos la necesidad constante de revisarlo o cuando interrumpe nuestras interacciones cara a cara. Sin duda, uno de los principales factores que refuerzan esta dependencia es el sistema de recompensas del cerebro: cada notificación, “me gusta” o nuevo mensaje activa la liberación de dopamina, consolidando el hábito. Este refuerzo intermitente, similar al que ocurre en otras conductas adictivas como el juego compulsivo, puede derivar en un uso descontrolado del dispositivo, afectando la capacidad de concentración y aumentando la sensación de ansiedad cuando el teléfono no está disponible”.

 

La necesidad de estar siempre conectados también puede generar una presión constante para responder mensajes de inmediato o mantenerse al día con las redes sociales. Este fenómeno, conocido como nomofobia, refleja la ansiedad que muchas personas sienten al estar lejos de su celular, pues el dispositivo se ha convertido en una fuente de seguridad, validación y acceso inmediato a la información. Paradójicamente, aunque los teléfonos facilitan la comunicación, su uso excesivo puede incrementar la sensación de soledad y aislamiento, especialmente cuando reemplaza las interacciones cara a cara. Además, la comparación constante con vidas idealizadas en redes sociales puede generar insatisfacción, afectando la autoestima y la percepción de la realidad.

 

El impacto en las relaciones interpersonales es igualmente significativo. Fenómenos como el “phubbing”, que ocurre cuando una persona ignora a otra por mirar su teléfono, pueden debilitar los lazos afectivos y generar sentimientos de rechazo. “El uso prolongado del celular puede afectar la calidad de nuestras relaciones y nuestra conexión con los demás”, sostuvo el experto de Continental Florida University.

¿Qué sucede en nuestro cerebro cuando pasamos muchas horas con el celular?

El uso prolongado del celular impacta en diversas funciones cerebrales debido a la sobreestimulación constante. De acuerdo con el neurólogo de la Clínica Internacional, Oswaldo Cachay, esto genera descargas de dopamina que activan circuitos de adicción, manteniendo al cerebro en estado de alerta sin descanso, lo que podría acelerar su envejecimiento. Además, el doctor Ríos adviritó que esta hiperactividad cerebral afecta la neuroplasticidad y la memoria, dificultando la retención de información y reduciendo la flexibilidad cognitiva.

“La exposición prolongada a la luz azul puede interferir en la producción de melatonina, hormona clave para regular el sueño. La luz emitida por los dispositivos inhibe la actividad de la glándula pineal, alterando los ciclos de descanso incluso si la persona duerme las horas recomendadas. Como consecuencia, se acortan las fases de sueño REM y no REM, lo que repercute en el rendimiento diurno y aumenta la dependencia del celular”.

Asimismo, en niños y adultos, la reducción del esfuerzo cognitivo al obtener información de manera inmediata puede afectar la atención y la concentración. Esto podría derivar en dificultades en el procesamiento y almacenamiento de datos, contribuyendo a problemas como el déficit de atención e hiperactividad.

Por ejemplo, en el caso de los niños, cuyo cerebro aún está en desarrollo, el médico de la Universidad San Ignacio de Loyola destacó que, la exposición temprana a pantallas puede interferir en la maduración de habilidades como el pensamiento abstracto, el juicio y el cálculo. También se ha relacionado con una mayor predisposición a enfermedades neurológicas de tipo degenerativo.

¿Cómo el uso del teléfono afecta la salud visual?

Este hábito puede desencadenar una serie de problemas visuales, como fatiga visual, sequedad ocular y visión borrosa, especialmente en los adultos. Sin embargo, en los niños y adolescentes, el impacto puede ser más significativo, ya que sus sistemas visuales aún están en desarrollo, incrementando el riesgo de miopía. Según María Zúñiga, oftalmóloga de la Clínica Ricardo Palma, diversos estudios han demostrado que, cuanto más joven es el niño, mayor es el riesgo de padecer este problema de refracción debido al uso excesivo de pantallas.

Por lo general, quienes presentan alguna de estas afecciones oculares pueden manifestar síntomas como, ojos cansados, sensación de arenilla, picazón, dolores de cabeza, visión temporalmente borrosa tras el empleo del dispositivo electrónico e incluso dificultad para enfocar entre objetos cercanos y lejanos, detalló la oftalmóloga de la Clínica OftalmoMedic, Valentina Gracia.

Además, el uso de pantallas influye en la lubricación ocular. “Cuando estamos observando algo con mucha atención, reducimos la frecuencia del parpadeo, que naturalmente debería ocurrir cada 5 o 6 segundos. Esto provoca que la superficie ocular no se lubrique lo suficiente, generando sequedad, irritación y enrojecimiento”, explicó Zúñiga. La postura también es un factor clave: si el teléfono o la pantalla están por encima del nivel de los ojos, la mayor apertura palpebral expone una superficie ocular más amplia, agravando la sequedad ocular.

“Aunque no hay evidencia científica que relacione directamente la fatiga visual con la luz azul, algunos estudios sugieren que su longitud de onda puede penetrar profundamente en la retina, lo que podría contribuir al cansancio ocular y afectar la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño. Además, el uso del celular en la oscuridad podría ser perjudicial para la vista, ya que las pupilas se dilatan para captar la luz, aumentando la exposición de la retina y, con ello, el riesgo de fatiga ocular y posibles daños a largo plazo”, expresó la experta de la Clínica OftalmoMedic.

¿El celular puede dañar nuestra piel?

Según la doctora Amy Kassouf, dermatóloga de Cleveland Clinic, el uso prolongado del teléfono puede generar problemas cutáneos debido a la acumulación de bacterias y suciedad en su superficie, lo que puede obstruir los poros y desencadenar brotes de acné. Además, el calor emitido por el dispositivo puede aumentar la producción de sebo y una mayor inflamación en la piel, exacerbando problemas como la dermatitis y la rosácea.

Por otro lado, diversos estudios han demostrado que la luz azul emitida por las pantallas de los celulares y otros dispositivos electrónicos pueden penetrar en la piel y generar estrés oxidativo, un proceso que contribuye al envejecimiento prematuro. Como precisó Guichell Revilla Robinson, dermatóloga representante del Círculo Dermatológico del Perú, esta exposición prolongada puede degradar el colágeno y la elastina, lo que favorece a la aparición de arrugas, líneas de expresión, manchas y pérdida de firmeza en la piel. Aunque su impacto no es tan severo como el de la radiación UV, con los años puede tener efectos significativos.

“La piel joven se regenera con mayor rapidez y cuenta con una barrera cutánea más fuerte, lo que la hace más resistente al envejecimiento causado por la luz azul. Además, su producción de colágeno y elastina es más eficiente. Sin embargo, la exposición constante a esta luz puede tener un efecto acumulativo que acelere el envejecimiento cutáneo con el tiempo. En cambio, la piel madura, al producir menos colágeno y elastina de forma natural, es más vulnerable a estos efectos”.

¿Cuándo se recomienda evitar el uso del teléfono?

Hay momentos en los que reducir el uso del celular puede beneficiar la salud física y mental. Según los neurólogos, es aconsejable dejar de usar el celular al menos una hora antes de dormir, ya que esto permite regular la producción de melatonina, reducir la exposición a la radiación y facilitar la relajación necesaria para conciliar el sueño.

Por otro lado, Juan José Soza, recomendó evitar el uso del celular al despertar, ya que revisarlo inmediatamente puede aumentar la ansiedad. También sugirió restringirlo durante comidas familiares y reuniones sociales para fomentar una mejor conexión con los demás. Mientras que, en el ámbito laboral, tomar descansos regulares del teléfono ayuda a prevenir la fatiga visual y el estrés. Además, durante actividades recreativas o al aire libre, dejar el dispositivo a un lado permite disfrutar más del momento presente y reducir las distracciones digitales.

¿Cómo minimizar el impacto del celular en la salud?

Para equilibrar su uso y reducir su impacto negativo, los especialistas recomendaron las siguientes estrategias:

Establecer límites y momentos sin pantalla

Reducir el impacto en la salud visual

Fomentar actividades alternativas

Mantener una higiene adecuada del dispositivo

Reflexionar sobre los hábitos digitales

Minimizar el impacto del celular en la salud requiere conciencia y cambios progresivos en la forma en que interactuamos con la tecnología. Adoptar estas estrategias contribuirá a un uso más equilibrado y beneficioso de los dispositivos móviles.